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Prioridades correctas

Actualizado: hace 5 días

Por Jairo Carbajal


En abril de 2010 el mundo deportivo mexicano fue sacudido por la noticia de que Lorena Ochoa, la mejor jugadora de golf del mundo durante los tres últimos años, se retiraría del golf. Lorena se había dedicado completamente al golf desde niña y a los 30 años estaba en la cima de su carrera. Con docenas de torneos por jugar que le dejarían muchos más reconocimientos y millones de dólares, Lorena dijo que su prioridad era tener una familia. Su hijo Pedro nació en 2011 y Lorena declaró ser “la mujer más feliz de la Tierra”.1

Al tomar esta decisión tan valiente, Lorena cambió la fama y los millones por una familia extraordinaria.

 

Lo que más quería en la vida

Paul Tsongas ganó en 1978 la elección a senador por Massachusetts. En enero de 1984 anunció que se retiraría del Senado de los Estados Unidos y que no buscaría la reelección. Tsongas era una estrella política. Era un fuerte favorito a la reelección, y se le había mencionado como potencial candidato para la presidencia de los Estados Unidos.

Pocas semanas antes de su anuncio, a Tsongas le habían diagnosticado una clase de cáncer linfático que no podía ser curado, pero sí tratado. Aparentemente, no afectaría sus capacidades físicas o su expectativa de vida. La enfermedad no obligó a Tsongas a salir del Senado, pero sí lo obligó a enfrentar la realidad de su propia mortalidad. No podría hacer todo lo que hubiera querido hacer. Por lo tanto, ¿cuáles eran las cosas que verdaderamente quería hacer en el tiempo que le quedaba? ¿Qué era lo verdaderamente importante?

Decidió que lo que más quería hacer en su vida, a lo que no renunciaría si no pudiera tenerlo todo, era estar con su familia y mirar crecer a sus hijas.

Poco después de tomar su decisión, un amigo le escribió una nota felicitándolo por tener sus prioridades bien establecidas. La nota decía, entre otras cosas: “Nadie dijo jamás en su lecho de muerte: hubiera querido pasar más tiempo en mis negocios”.

Luego de recibir un trasplante de médula ósea de su hermana gemela, recuperó su salud y regreso a vivir con su familia en un pequeño poblado de Massachusetts.2

 

El llamado más alto

Para muchos esta revelación llegará demasiado tarde. Y entonces descubrirán que un título académico o un puesto más elevado en la empresa o un millón de pesos en el banco jamás podrán sustituir un beso lleno de gratitud de una hija o el abrazo lleno de afecto de un hijo. Lo que verdaderamente vale la pena es nuestra familia, es nuestro hogar, son nuestros hijos.

Pocas veces entendemos la importancia suprema del llamamiento de Dios para los padres y madres de cada familia. Sentimos que para hacer algo trascendente necesitamos sacrificar la familia, olvidar a nuestros hijos, pagar el precio que sea necesario para lograr nuestros objetivos profesionales, para lograr nuestros sueños.

La paternidad y la maternidad están sumamente devaluadas… pero Dios todavía sigue llamando a hombres y mujeres que tengan la pasión, que acepten la misión: ser padres y madres de acuerdo al modelo de Dios, criar hijos e hijas que Dios pueda usar para transformar nuestra sociedad. Hoy lo necesitamos más que nunca. 

 

La familia de hoy

El estado de la familia en el mundo es lamentable. Qué triste es encontrar por doquier padres sin autoridad, hijos sin respeto, familias sin la figura paterna, familias en las que no hay lugar para Dios.

La familia de hoy es considerada como un artículo desechable, está destinada al divorcio y muchas veces está llena de violencia y abusos.

En muchas familias hay carencia de amor y de perdón. ¿Qué ha pasado con la familia?

La familia de hoy está criando hijos desobedientes, groseros e indisciplinados; hijos deshonestos, mentirosos e irresponsables. El adolescente moderno cae en toda clase de vicios sin remordimiento alguno; los jóvenes entran en relaciones ilícitas como si fuera un deporte.

¿Por qué hemos permitido la destrucción del núcleo familiar?

Cómo podemos permanecer imperturbables cuando los posmodernos hijos de nuestras posmodernas familias...

...Se niegan a obedecer a sus padres.

...Llegan a casa a la hora que quieren.

...Se llenan de basura en la televisión, las películas y el Internet.

                ...Empiezan a tener relaciones de noviazgo y relaciones sexuales desde la adolescencia.

...Fuman, ingieren bebidas alcohólicas y se drogan.

...No quieren saber nada de Dios y de la Biblia.

 

¿Por qué hemos permitido que el mundo y el diablo destrocen nuestras familias?

 

¡Ya Basta!

¿Existe algún modelo que podamos seguir para evitar estos males y construir hogares sólidos y sanos?

Dios creó la familia y nos ha dado un Manual de Instrucciones para que sepamos cómo debe funcionar la familia de acuerdo a su diseño original. La Biblia es el Manual del Fabricante.



Vista en ángulo alto de una familia disfrutando de un momento de calidad juntos
Familia compartiendo un momento de calidad en casa

 
 
 

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